Feminismo en los tiempos del cólera

Hace algunos días veía nuevamente uno de los vídeos del genial Antonio García Villarán, artista y youtuber, en el que analizaba un poco de la vida y gran parte de la obra de Frida Kahlo.

En determinado punto del video, mencionó algo que he venido pensando desde hace mucho tiempo: el hecho de que el movimiento feminista la tome como una de sus mayores y más conocidas representantes, es un error. Y es que esto tiene mucha lógica. La obra de Frida Kahlo está basada en dos grandes tópicos: las desgracias que le ocurrieron en la vida (como el accidente que desde joven dejó estragos en su columna) y el amor desmedido que profesaba por Diego Rivera.

Esto último es para analizar. Las obras de Frida nos muestran a una mujer totalmente sometida, que en nombre del «amor» que sentía por Diego, perdonaba todo (todo. Literal. Vamos, que la engañó con la hermana y lo perdonó). Y es ahí donde llega el mensaje contradictorio, pues resulta incomprensible que en un movimiento que busca restablecer la dignidad de la mujer, Frida Kahlo, con su sometimiento absoluto, con esa idea de amor tóxico que todo lo soporta, sea una de sus principales y más representativas figuras.

Llevada por la curiosidad, averigüé el porqué se la asociaba con el movimiento feminista. La conclusión fue que se le considera una revolucionaria en gran medida porque en sus pinturas mostraba a una mujer que abandonaba los cánones estéticos impuestos en la época: una mujer con rasgos masculinos, con cejas pobladas y unidas entre sí, además del bozo crecido tan asociado al género masculino.

Seguí buscando. Debía haber algo más complejo, ¿eso era todo? ¿Feminista por no mostrar a una mujer perfectamente depilada? Y el mensaje de sus cuadros qué, ¿lo pasaban por alto?

Encontré algo más. Frida Kahlo es considerada feminista porque, en una época en que la mujer estaba asociada únicamente a las tareas del hogar, ella pintaba, fumaba y, en la cúspide de la rebeldía, tenía amantes mujeres. Vaya cosa.

Y es que eso es solo una muestra del feminismo actual, vacío, sin argumento. Un feminismo que busca oprimir al varón para reemplazar el abuso de un género por el del otro.

Mirarnos con el mismo respeto más allá del género, por ser humanos

Siempre he pensado que el objetivo a lograr es obtener igualdad de oportunidades y trato entre hombre y mujer, admitiendo que ambos tenemos características diferentes y únicas que son parte de nuestra esencia. Para mí, el feminismo va más allá del discurso vacuo de «es mi cuerpo y tengo el derecho de no depilarme» o «machete al macho».

La lucha verdadera, la que no hacen las mujeres que salen a marchar mostrando los senos como signo de libertad, es la que busca que tengamos las mismas oportunidades de trabajar, de tomar nuestras propias decisiones. La que busca que desaparezca la mirada condescendiente que recibimos al dar una opinión en una sala llena de hombres, o que nos midan únicamente por el tamaño de nuestros pechos y caderas.

Llámenme anticuada pero a mí sí me gusta ser tratada con delicadeza por un caballero. No me incomoda que me presten ayuda al cargar un pesado paquete y me encanta que me abran la puerta del auto al bajar. Me gusta mantenerme guapa, depilarme, arreglarme, pero para mí misma, porque me amo y pienso que sentirse hermosa es algo importante en la vida.

Así que sí, en estos tiempos de cólera feminazi, estoy convencida de que el objetivo es entender (y ayudar a que todos entiendan) que ser tratados con el mismo respeto y oportunidades va más allá de un tema de género. Es así porque tanto hombres como mujeres (y toda la gama de géneros entre ambos) somos humanos y nos lo merecemos.

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